En mi familia soy conocida por ser el Tesoro del saber. Me encanta investigar todo, y claramente desde el embarazo, la investigación de la lactancia no pudo quedarse atrás.
Le pregunté a mis amigas y no tan amigas, leí cuanto blog, página de internet y libro me encontré, llené mi pinterest de tips para la lactancia y como incrementar la producción, contraté asesora de lactancia. En fin, hice todo lo que una buena “madre de familia”, en el sentido más jurídico del mundo, pudo haber hecho. Mejor dicho, tengo EL KIT DE LACTANCIA, del que después hablaré, y que me ha ayudado a no haber muerto antes en el intento y seguir, como zombie, pero seguir.
Y acá fue donde la naturaleza me hizo una mala jugada. Definitivamente no soy Holstein. No me sale casi leche y tengo que complementar a mi bebé con fórmula. Claro, eso no hubiera sido problema hace unos 30 o 40 años cuando la fórmula estuvo en su boom y ante la menor dificultad, los doctores secaban a las mamás y les mandaban una fórmula debajo del brazo.
Pero obvio, hoy en día la lactancia materna está de moda, y con toda la razón, junto con la libre demanda. Entonces, de las 10 veces al día que pienso en botar la toalla, 15 veces me siento mal y me llega un cargo de conciencia horrible. Me siento mal de querer secarme la leche, me siento mal porque en la noche solo le doy leche materna en tetero a mi bebé y logró descansar, me siento mal porque debería ser comprometida con el desarrollo de mi bebé, y a los ojos de la lactancia no lo sería si dejara de hacerlo, simplemente me siento mal.
Por otro lado, Me da mamera cuando la gente me dicen que no desfallezca, que voy a lograrlo, que siga insistiendo, que no hay mejor momento entre una mamá y su bebé que cuando se está lactando, que tenga fuerza porque es el mejor regalo que puedo hacerle a mi bebé. Ahora, también me da rabia cuando las señoras mayores me dicen que para que tanto esfuerzo si sus hijos o nietos fueron criados con fórmula y “mírelos que están perfectos!”, como si el esfuerzo no valiera.
Son sentimientos encontrados de querer parar y seguir al tiempo, que hicieron que no disfrutará de las primeras 6 semanas de mi bebé. Hoy que ya vamos para los dos meses, ya los tengo más controlados.
Siempre he sido consiente de no compararme con nadie, cada persona es un individuo y tiene desarrollos diferentes, personal y profesionalmente… Pero es que es imposible evitarlo, me siento bombardeada por información de otras mamás, otros bebés y otras lactancias.
Miro con envidia a las mamás que se preguntan qué hacer con toda la leche que les sale y piden tips para armar un banco de leche. Me da envidia ver cómo hay mamás que no complementan a sus hijos con fórmula. Me da envidia que hay bebés que no son intolerantes a la lactosa de su mamá y la mamá no tiene que hacer una dieta especial.
Por ahora seguiré como una zombie de la lactancia, haciendo todo lo que se pueda por mi bebé con el mayor amor del mundo y peleando con los sentimientos negativos que me ha traído.
Es muy difícil la lactancia, pero más lo es haber tenido expectativas de éxito y no lograrlo.